El mundo después de la muerte
Todas las religiones celestiales están de acuerdo en la necesidad de la fe en el Más Allá y la exigencia de la creencia en la Resurrección. Ciertamente que todos los profetas, conjuntamente al tema del tawhîd o Unicidad Divina, también hablaron acerca de la Resurrección y el mundo después de la muerte, y dispusieron la fe en el Último Día a la vanguardia de su prédica.
En base a esto, la creencia en la Resurrección conforma uno de los pilares de la fe en el Islam.
Si bien la cuestión del “Retorno” ha sido planteada tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, y si bien fue manifestada en el Nuevo Testamento de una forma más clara, el Sagrado Corán se ha preocupado por ello más que el resto de los Libros celestiales, de forma que gran parte de las aleyas coránicas tratan este tema en particular.
En el Sagrado Corán se ha llamado al “Retorno” de muchas formas, como: “El Día de la Resurrección”, “El Día del Cómputo”, “El Último Día”, “El Día del Resurgimiento” y de otras maneras.
La razón de toda esa preocupación y consideración por la cuestión de la Resurrección, es que no resulta fructífera la fe y la religiosidad sin la creencia en el Día de la Resurrección.
Los filósofos y teólogos islámicos han establecido numerosas y diferentes pruebas para la necesidad de la Resurrección y la vida después de la muerte. En realidad, el Sagrado Corán conforma la fuente de inspiración de todas esas pruebas e indicios.
Partiendo de esta base, mencionaremos algunos de los indicios coránicos respecto a esta cuestión:
A. Por cierto que Dios, Glorificado Sea, es la Verdad Absoluta, y asimismo Su accionar es Verdad, y está exento de cualquier falsedad y banalidad. Crear al ser humano sin la existencia de una vida eterna conformaría una acción vana y fútil. Como se expresa en el Sagrado Corán:
﴿ أَفَحَسِبْتُمْ أَنَّمَا خَلَقْناكُم عَبَثاً وأنّكُمْ إِلَيْنَا لاَ تُرْجَعُونَ ﴾
«¿Acaso creísteis que Nosotros os creamos en vano y que no retornaréis a Nosotros?».[1]
B. La Justicia Divina conlleva que los bienhechores y los malhechores no sean iguales en cuanto a recibir lo que merecen.
Por otro lado, no es posible que se concrete la justicia en forma completa en lo referente a la recompensa y al castigo en la vida mundanal, puesto que los destinos de cada uno de los dos grupos se encuentran entremezclados en este mundo e imposibles de separar y desligar. Además, algunas acciones buenas y otras malas tienen una retribución de tal magnitud que no cabe en los límites de este mundo. Por ejemplo, está aquel que sacrifica su vida en el camino de la Verdad, y está aquel que ha teñido la Tierra con la sangre de los creyentes.
Por eso, es necesaria la existencia de otro mundo en el cual se materialice la Justicia Divina en forma completa a la luz de las posibilidades infinitas. Tal como dice:
«¿Acaso dispondremos a aquellos que han creído e hicieron buenas obras como a los corruptores en la Tierra? ¿O acaso dispondremos a los timoratos como a los corruptos?».[2]
También dice:
«A Él será el retorno de todos vosotros. La promesa de Dios es verdad. Él origina la creación, luego la restablece para que aquellos que han creído y realizado buenas obras sean retribuidos con equidad; y aquellos que hayan descreído tendrán una bebida de agua hirviente y un castigo doloroso por lo que hubieron descreído».[3]
C. La creación de la humanidad comenzó en este mundo a partir de una pequeña partícula; luego se perfeccionó poco a poco en la escalada del desarrollo corporal hasta llegar a alcanzar la etapa en la que le fue insuflado “el espíritu” en su cuerpo.
El Sagrado Corán ha descrito al Creador del Universo como “El Mejor de los Creadores” (Ahsan al-Jâliqîn) al considerar la creación de este ser especial que es el ser humano.
Luego, mediante la muerte éste se traslada desde su morada mundanal a otro mundo, lo cual es considerado como un perfeccionamiento respecto a la etapa anterior. El Sagrado Corán ha señalado esto al decir:
«Luego le suscitamos en otra creación. Glorificado Sea Dios, el mejor de los Creadores * Luego, vosotros moriréis después de ello * Luego vosotros seréis resucitados el Día de la Resurrección».[4]
Respuesta a las dudas planteadas respecto al “Retorno”
En épocas de la revelación del Sagrado Corán, aquellos que negaban la Resurrección y el Retorno, plantearon dudas a las que el Sagrado Corán responde a la vez que explica los indicios de la existencia del Retorno. A continuación veamos algunos de esos casos:
A. A veces El Sagrado Corán pone énfasis en el Poder Absoluto de Dios y dice:
﴿ إِلى اللهِ مَرْجِعُكُمْ وَهُوَ عَلَى كُلِ شَيءٍ قَدِيرٌ ﴾
«A Dios es vuestro retorno. Y Él es Poderoso sobre todas las cosas».[5]
B. Otras veces recuerda que Aquel que pudo crear al ser humano la primera vez, tiene el poder para hacerle retornar, para recoger sus restos y hacer que su espíritu retorne. Por ejemplo, replica a las palabras de los negadores de la Resurrección diciendo:
«Y dirán: “¿Quién nos hará volver?”».[6]
Y a continuación dice:
﴿ قلِ الّذي فَطرَكم أوَّلَ مَرَّةٍ ﴾
«Di: “Aquel que os originó la primera vez”».[7]
C. En algunos casos, asemeja la vida del ser humano después de la muerte a la revivificación de la tierra en la estación de la primavera después del letargo invernal, y cómo ingresa la vida en la naturaleza, y compara con ello a la Resurrección y al retorno del espíritu a los muertos. Dice el Altísimo:
«Y ves a la tierra árida y he ahí que hacemos descender el agua sobre ella, se agita, se hincha y hace crecer toda pareja de lozanos frutos * Eso porque Dios es la Verdad y Él es el que da vida a los muertos, y Él es Poderoso sobre todas las cosas * Y que la Hora (la Resurrección) está cerca, no hay duda sobre la misma, y que Dios resucitará a los que estén en los sepulcros».[8]
D. En respuesta a la duda sobre: “¿Quién dará vida a los huesos siendo que ya se habrán corroído, y cómo serán reunidos siendo que ya se habrán perdido en la tierra como para crear de los mismos un cuerpo como el primero?”, dice el Altísimo:
﴿... بَلى وَهُو الخَلاّقُ العَلِيمُ ﴾
«Así es. Y Él es el Creador, el Sabio».[9]
En otra parte, informa acerca de ese vasto conocimiento diciendo:
﴿ قدْ عَلِمْنا ما تَنْقُصُ الأرضُ مِنْهُمْ وَعِنْدَنا كِتابٌ حَفِيْظٌ ﴾
«Sabemos lo que de ellos consume la tierra, y tenemos un Libro Registrador».[10]
E. Tal vez alguien pueda suponer que el ser humano está compuesto de partes corporales y miembros materiales que se disuelven con su muerte y se convierten en tierra, por lo que entonces ¿cómo es que el ser humano en el Día de la Resurrección será el mismo que el de la vida mundanal? En otras palabras, ¿cuál es la relación entre el cuerpo de la vida mundanal con el del Más Allá como para poder juzgar que es el mismo?
El Sagrado Corán transmite esas dudas de boca de los incrédulos y dice:
﴿ أَءِذَا ضَلَلنَا في الأرضِ أَءِنَّا لفي خلقٍ جَديد ﴾
«¿Acaso cuando nos hayamos perdido en la tierra seremos creados nuevamente?».[11]
A continuación contesta a ello diciendo:
﴿ قُلْ يَتَوّفاكُم مّلَكُ المَوْتِ الَّذِي وُكِّلَ بِكُم ثُمَّ إِلى رَبِّكُمْ تُرْجَعُونَ ﴾
«Di: “Toma vuestra alma (iatawaffâkum) el Ángel de la Muerte que fue delegado a vosotros. Luego seréis retornados a vuestro Señor”».
Obtenemos la respuesta reflexionando en el significado de tawaffî expresado en la aleya y observando qué es lo que fue “tomado”. Ello significa que, más allá del cuerpo que el ser humano deja tras sí al morir, existe algo más que es “tomado” por el Ángel de la Muerte, lo cual es el espíritu. Entonces queda en claro la respuesta del Sagrado Corán a esta duda, la cual consiste en que: el criterio para considerar que esos dos cuerpos son el mismo y juzgar que el cuerpo en el Más Allá es el mismo cuerpo de la vida mundanal -además de la correspondencia de las partes que lo componen-, es el espíritu ligado al mismo que es tomado por el Ángel de la Muerte. Y si esas partes se regeneran, el retorno será exactamente igual a la creación primera.
De esta aleya y otras similares se desprende que el ser humano congregado en la Resurrección es el mismo que se encontraba en el estado de la vida mundanal. Dice el Altísimo:
﴿ قُلْ يُحْيِيها الَّذِي أَنشَأَهَا أَوَّلَ مَرَّةٍ وُهَو بِكُلِّ خَلْقٍ عَلِيمٌ ﴾
«Di: “Le dará vida Aquel que la originó por primera vez, y es Conocedor de toda creación”».[12]
El Retorno del ser humano es tanto corporal como espiritual
Las aleyas del Sagrado Corán y las narraciones son explícitas en que el retorno del ser humano es tanto corporal como espiritual. Con lo primero (el Retorno corporal) se quiere significar que el ser humano será congregado con su cuerpo en la otra vida, y que el alma humana se vinculará a ese cuerpo en esa vida, y con el mismo será recompensado o castigado con asuntos que, para que sean concretados, son necesarios el cuerpo y la sensación física.
Con lo segundo (el Retorno espiritual) se quiere significar que más allá de la recompensa y el castigo sensorial, habrá delicias y dolores espirituales que el ser humano alcanzará sin que ello implique la necesidad del cuerpo. Se ha hecho referencia a este tipo de castigo en las palabras del Altísimo que expresan:
﴿ وَرِضَوانٌ مِنَ اللهِ أَكَبرُ ذَلِكَ هُوَ الفَوْزُ العَظِيمُ ﴾
«… Y la complacencia de Dios será mayor. Ello conforma el gran triunfo».[13]
Y dijo, Glorificado sea:
﴿ وأَنذِرْهُمْ يَوْمَ الحَسْرَةِ إِذْ قُضِيَ الاَمْرُ وَهُمْ في غَفْلَةٍ وَهُمْ لا يُؤْمِنُونَ ﴾
«Y adviérteles respecto al Día de la lamentación, cuando el asunto sea finiquitado y ellos se encuentren en distracción mientras no creen».[14]
Así, la complacencia de Dios será la mayor delicia para los siervos devotos correctos, así como la lamentación será uno de los peores dolores de los malhechores.
La muerte no es el final de la vida y la extinción, sino una transición de un estado de existencia a otro. En realidad, es el traslado hacia una vida eterna que damos en llamar “La Resurrección”, solo que entre esos dos estados de existencia hay un tercero intermedio que es denominado Barzaj, y al morir el ser humano es trasladado a ese estado hasta que acontezca la Hora de la Resurrección. Sobre la realidad de ese estado no sabemos más que lo que nos ha llegado en el Corán y los hadices. A continuación mencionaremos una serie de aleyas coránicas con el propósito de familiarizarnos con dicho estado.
A. Cuando el moribundo se enfrenta a su mal destino desea volver a la vida mundanal para compensar las oportunidades que ha perdido. Dice el Altísimo:
«Hasta que a uno de ellos le llega la muerte dice: “¡Señor mío! ¡Devuélveme! * Tal vez haga las acciones correctas que he dejado de hacer».[15]
Pero sus esfuerzos serán en vano y se le negará su pedido diciéndosele:
﴿ كَلاَّ إِنَّها كَلِمَةٌ هُوَ قائلُها ومِنْ وَرَائهِم بَرْزَخٌ إِلى يَوْمِ يُبْعَثُونَ ﴾
«¡No! Esas son sólo palabras que dice. Y tras ellos habrá una barrera (barzaj) hasta el Día en que sean resucitados».[16]
La aleya se refiere a la existencia de una vida barzajî aterradora para los incrédulos.
B. Se describe la vida de los malhechores, haciendo especial alusión a la casta del Faraón, diciendo:
«Serán expuestos al Fuego por la mañana y por la noche, y el Día en que se constituya la Hora (se les dirá): ¡Haced ingresar a la casta del Faraón en el peor de los castigos!».[17]
La aleya nos refiere que la casta del Faraón es expuesta al Fuego por la mañana y por la noche y ello continuará hasta el Día de la Resurrección. Pero después de ello, serán arrojados al Fuego.
C. El Altísimo describe la vida de los mártires en ese estado diciendo:
﴿ ولا تَقُولُوا لِمنْ يُقْتَلُ في سَبيلِ اللهِ أَمْواَتٌ بَلْ أَحْيَاءٌ وَلِكنْ لا تَشْعُرُونَ ﴾
«Y no digáis de quienes fueron matados en el sendero de Dios: “Están muertos”, sino que están vivos, solo que no lo percibís».[18]
En otra aleya describe la vida de los mártires diciendo:
«Regocijados por lo que Dios les otorgó de Su Favor, y jubilosos por aquellos que todavía no les han alcanzado de los que les siguen, de que no tendrán temor ni se atribularán».[19]
La vida barzajî comienza al ser tomado el espíritu del cuerpo. Cuando el cuerpo es dispuesto en la tumba, se le presentan los ángeles del Creador y le interrogan sobre el tawhîd o Unicidad de Dios, la Profecía, y otras cuestiones de la creencia. Es obvio que la respuesta de los creyentes será diferente a la de los incrédulos, y en consecuencia el mundo del barzaj será una de las muestras de la misericordia para con el creyente, y una de las fuentes del castigo para el incrédulo.
El interrogatorio de la tumba y la misericordia o castigo que trae aparejado conforma uno de los asuntos categóricos para los Imames de Ahl-ul Bait (P). En realidad, la tumba se cuenta como la primera etapa de la vida barzajî, la cual se prolongará hasta que se constituya la Hora (del Juicio Final).
Los sabios imamitas se han explayado en este tema y lo han explicado claramente en los libros que compilaron respecto a lo mencionado:
Dice el Sheij As-Sadûq (P): Nuestra creencia sobre la cuestión de la tumba, es que ello conforma una verdad necesaria, y quien responda correctamente triunfará, logrando el alivio y la alegría en su tumba, y el paraíso de la delicia en el Más Allá. Y quien no responda correctamente, será recibido con agua hirviente en su tumba, y merecerá el Infierno en el Más Allá.[20]
Dice el Sheij Al-Mufîd en su libro Tas·hîh Al-I‘tiqâd: “Nos ha llegado en el legado correcto del Profeta (BP) sobre que los ángeles descienden sobre los sepultados y les preguntan sobre sus religiones. Las expresiones de las narraciones al respecto se asemejan en cuanto al tema de que hay dos ángeles del Creador llamados Nâkir y Nakîr que descienden y se dirigen al muerto preguntándole respecto a su Señor, su Profeta, su Religión y su Imam, y si responde con la Verdad lo entregan a los ángeles de la delicia, y si titubea lo entregan a los ángeles del castigo”.[21]
Dice también el Muhaqqiq Nasîruddîn At-Tûsî, en su libro Taÿrîd Al-I‘tiqâd: El castigo de la tumba acontecerá, ya que, según la lógica, es un asunto posible, y por la abundancia de lo transmitido sobre su acaecimiento.[22]
Quien se refiera a los libros de doctrina del resto de las escuelas islámicas, verá claramente que todos los musulmanes concuerdan en dicha creencia, y sólo se atribuye a una sola persona, llamada Darar Ibn ‘Amrû, el haber negado el castigo de la tumba.[23]
Interpretar el “Retorno” como una reencarnación
De lo antes expuesto queda en claro que la realidad del “Retorno” es que, después de que el espíritu se separa del cuerpo, con la anuencia y voluntad de Dios, retorna al mismo cuerpo con el que vivía para que el ser humano en el Más Allá se enfrente a lo que merece por sus acciones durante la vida mundanal: si fueron buenas obtendrá lo bueno, y si fueron malas le corresponderá lo malo.
Algunos, como los seguidores del hinduismo, niegan el “Retorno” al que las religiones celestiales exhortan a creer, y si bien reconocen la cuestión de la recompensa y el castigo que merecen las acciones de la humanidad, interpretan ello a través de la reencarnación.
Ellos invocan que el espíritu vuelve nuevamente a esta misma vida mundanal al vincularse otra vez a un feto que se encuentra en las entrañas maternas, y que a través de etapas de desarrollo y perfeccionamiento, transita los niveles de infancia, juventud y vejez; sin embargo, quienes realizaron acciones correctas logran una vida placentera y hermosa, mientras que los que realizan malas acciones son afligidos por una (nueva) vida amarga y dura. Entonces, es el nuevo nacimiento el que trae aparejado una vida feliz o una vida difícil.
Esta creencia en la reencarnación a lo largo de la historia de la humanidad ha tenido defensores y se considera uno de los principios religiosos de los hinduistas.
Debemos tener en cuenta el siguiente punto, que consiste en que: las almas y los espíritus humanos, si marchasen por la vía de la reencarnación en forma continua, no quedaría lugar para la cuestión del Más Allá y la Resurrección, siendo que la creencia en la Resurrección conforma un asunto necesario y evidente a la luz de los indicios y argumentos lógicos y trasmitidos.
En realidad, es necesario decir que: los sostenedores de la reencarnación, desde que no pueden concebir el “Retorno” de una manera correcta, hicieron que la reencarnación ocupara su lugar y creyeron en ella.
En la lógica islámica, la creencia en la reencarnación implica apostasía. El tema se ha discutido en nuestros libros de Kalâm de una forma extendida, y se ha demostrado su invalidez y que no armoniza con las creencias islámicas. A continuación señalaremos algunos de esos puntos resumidamente:
1. El alma y el espíritu humano, al sobrevenirle la muerte, alcanza un grado de desarrollo.
En base a esto, si es que el espíritu se vinculase otra vez a un feto, a causa del juicio de correspondencia y armonía entre el alma y el cuerpo, ello implicaría un retroceso del alma desde la etapa de perfección alcanzada a una etapa de imperfección ya transitada; pasar de su condición de “en acto” a una condición de “en potencia”, lo cual contradice lo que rige en el mundo de la existencia que es la marcha evolutiva de las cosas existentes de la condición de “en potencia” hacia la condición de “en acto”.
2. Si aceptáramos que el alma, luego de separarse del cuerpo, se vincula al cuerpo de otro ser vivo, ello implicaría que dos almas se vinculen a un sólo cuerpo, y el resultado de ello sería la doble personalidad. Eso se contradice con la percepción intrínseca del ser humano respecto de su alma la cual no posee más que una sola personalidad y no dos.[24]
3. La creencia en la reencarnación, además de que contradice las pautas que rigen sobre el régimen existencial, se considera por sí misma un escudo para los opresores y oportunistas que verían que su opulencia y bienestar actual es producto de la pureza de sus acciones en una vida anterior, y considerarían que la desgracia de los desgraciados es, asimismo, resultado de sus malas acciones en una etapa anterior. Con ello éstos justificarían la iniquidad de sus acciones corruptas y la existencia de injusticia y opresión en las sociedades que se someten a su dominio.
La diferencia entre la reencarnación (tanâsuj) y la metempsicosis (masj)
Como final del tema sobre la reencarnación, es necesario que respondamos a dos preguntas:
Primera pregunta: El Sagrado Corán ha expresado claramente el acaecimiento de estados de masj en las comunidades anteriores, donde algunos se convirtieron en monos, y otros se convirtieron en cerdos, tal como dice el Altísimo:
﴿ وَجَعَل مِنهُمُ القِرَدَةَ والخنازِير ﴾
«Y los convirtió en monos y cerdos».[25]
La pregunta es: ¿Cómo es que se produjo el masj si es que la reencarnación es falsa?
La respuesta es que masj se diferencia del tanâsuj (reencarnación en su uso terminológico), ya que en la reencarnación, luego de haberse desvinculado del cuerpo, el espíritu se vincula a un feto o a otro cuerpo.
En cambio, en el masj el espíritu no se desvincula del cuerpo, sino que cambia el aspecto y forma del mismo cuerpo, de forma que el desobediente y el malhechor se vea a sí mismo en la forma de un mono o un cerdo y ello le atormente.
En otras palabras, el alma humana no desciende de su grado humano a un grado animal, puesto que si ello fuera así, aquellos que fueron objeto de masj no comprenderían el castigo, y no hubieran padecido el castigo por sus acciones, mientas que el Sagrado Corán manifiesta que el masj fue un escarmiento y un castigo para los desobedientes.
﴿ فَجَعَلْنَاهَا نَكَالاً لِمَا بَيْنَ يَدَيْهَا وَمَا خَلْفَهَا وَمَوْعِظَةً لِلْمُتَّقِينَ ﴾
«Y lo dispusimos como un escarmiento para los que estaban presentes y los que vinieran después, y como amonestación para los timoratos».[26]
Dice At-Taftazânî: “(La reencarnación es que) luego de que las almas se desvinculan de los cuerpos en la vida mundanal se vinculan a otros cuerpos en lo referente a su comportamiento y adquisición de las acciones, y no que la forma de sus cuerpos cambie como ocurre en el masj ”.[27]
Dice el ‘Al·lâmah At-Tabâtabâî: “Aquel que es objeto de masj de entre los seres humanos, es eso mismo: un ser humano que ha sido objeto de masj (conservando su alma humana), y no una criatura que ha sido objeto de masj pero carente de humanidad”.[28]
Segunda pregunta: Algunos autores sostienen que la creencia en la raÿ‘ah (o retorno en esta misma vida mundanal) se origina en la creencia en la reencarnación.[29] ¿Acaso la creencia en la raÿ‘ah implica sostener la reencarnación?
La respuesta es que, tal como veremos al tratarla en forma aparte, según la creencia de la mayoría de los sabios shi‘as imamitas, significa que un grupo de la gente de la fe, y de la gente de la incredulidad, volverá otra vez a esta vida mundanal al final de los tiempos, y su retorno será igual a la resurrección de los muertos ocurrida a manos del Mesías (P), y tal como fue el retorno de ‘Uzair después de haber estado cien años muerto.[30]
En base a esto, la creencia en la raÿ‘ah no tiene relación alguna con la cuestión de la reencarnación en absoluto. Trataremos más detalladamente el tema bajo un capítulo titulado “La creencia en la Raÿ‘ah”.[31]
Las condiciones para que se produzca la Hora Final
Siguiendo las expresiones del Sagrado Corán los sabios han tocado un tema al que llamaron “Las condiciones de la Hora (Final)”, y con ello quieren significar las señales de la proximidad de la Resurrección.
Las señales del día de la Resurrección se dividen en dos:
A. Sucesos que acaecerán antes de la Resurrección y de que se aniquile el régimen universal, y cuando ocurran todavía la humanidad estará viviendo sobre la faz de la Tierra. La expresión “condiciones de la Hora” se aplica para la mayoría de ese tipo de sucesos y acontecimientos.
B. Los sucesos que provocarán que se desmorone el régimen universal. La mayoría de ellos fueron mencionados en las suras: At-Takwîr (81), Al-Infitâr (82), Al-Inshiqâq (84), y Az-Zilzâl (99).
Las señales del primer grupo consisten en:
1. La profecía del Sello de los Mensajeros, Muhammad (BP).[32]
2. La destrucción de la presa de Gog y Magog y la manifestación de su fuerza maligna.[33]
3. El cielo se cubrirá de un vapor ostensible.[34]
4. El descenso del Mesías (P).[35]
5. La salida de una bestia de la tierra.[36]
Es necesario referirse a los libros de exégesis coránica y de tradiciones para comprender los detalles de esas señales.
El Sagrado Corán se ha referido con minuciosidad a las señales y condiciones del segundo tipo como: el desmoronamiento del sistema universal y la destrucción y quebrantamiento del sol y la luna, el esparcimiento y disgregación de las estrellas, la explosión y desborde de los mares, el desarraigo de las montañas,[37] y otros acontecimientos que en resumen consisten en la desaparición del régimen actual del universo y la manifestación de un nuevo régimen que en realidad será la manifestación del Poder divino en su completa expresión. Como dice el Altísimo:
﴿ يَوْمَ تُبَدَّلُ الاََرضُ غَيْرَ الاََرْضِ وَالسَّمَاواتُ وَبَرَزُواْ للهِ الواحِدِ الْقَهَّار ﴾
«El día en que la Tierra sea sustituida por otra tierra y asimismo los cielos, y comparezcan ante Dios, el Único, el Subyugador».[38]
El Sagrado Corán nos habla de un suceso con el nombre de “el tañido de la trompeta”, el cual tomará lugar dos veces:
A. El tañido de la trompeta que provocará la muerte de todo ser vivo en los cielos y la tierra.
B. El tañido de la trompeta que provocará la resurrección de los muertos. Ello es expresado en la aleya que dice:
«Y será tañida la trompeta y caerá fulminado todo el que se encuentre en los cielos y en la tierra, a excepción de quien quiera Dios; luego será tañida nuevamente, y he ahí que se encontrarán erguidos observando».[39]
El Sagrado Corán se refiere a las particularidades de la congregación de la humanidad y su vuelta a la vida el Día de la Resurrección, diciendo:
﴿ يَخْرُجُونَ مِنَ الاََجْدَاثِ كَأَنَّهُمْ جَرَادٌ مُّنتَشِرٌ ﴾
«Saldrán de las sepulcros como si fueran langostas esparcidas».[40]
Las etapas del Cómputo y la Resurrección
Después de que los muertos sean devueltos a la vida y de que sean congregados y esparcidos, tomará lugar una serie de asuntos antes del ingreso al Paraíso o al Infierno, los cuales fueron referidos por el Sagrado Corán y las nobles tradiciones:
1. Se computarán las acciones de la gente en forma individual y de formas especiales, una de ellas consistirá en la entrega en la mano de un libro de las acciones de cada uno.[41]
2. Además de lo registrado en el libro de cada uno, el cual no omitirá ninguna cosa ni pequeña ni grande, habrá otros testigos del interior y exterior del ser humano que testimoniarán en el día de la Resurrección las acciones que haya realizado en la vida mundanal.
Los testigos exteriores los conforman: Dios Mismo[42], el profeta de cada comunidad[43], el Profeta del Islam (BP)[44], los sobresalientes escogidos de la comunidad[45], los ángeles[46] y la tierra[47].
En cuanto a los testigos interiores a la estructura humana, estarán conformados por los órganos y miembros[48], y la corporización de las mismas acciones[49].
3. Para computar las acciones de la persona, además de lo mencionado, está lo que se da en llamar: “las balanzas de la justicia”, las cuales tendrán lugar el Día de la Resurrección y que garantizarán que cada persona obtenga lo que merece en forma precisa, tal como dice el Altísimo:
«Y dispondremos las balanzas de la equidad para el Día de la Resurrección, y nadie será tratado injustamente en absoluto, y aunque fuera en la medida de un grano de mostaza lo traeremos, y Nosotros somos suficientes para el cómputo».[50]
4. De los nobles hadices se desprende que en el Día del la Resurrección, habrá un pasadizo o puente que deberán atravesar todos sin excepción.
En las narraciones ese pasadizo es llamado “Sirât” (que idiomáticamente significa sendero). Los exégetas sostienen que las aleyas 71 y 72 de la sura Mariam se refieren a ello.
5. Habrá una barrera entre la gente del Paraíso y la gente del Infierno que el Sagrado Corán denomina “Hiÿâb” (lit. “cortina”). Además, en el Día de la Resurrección, personalidades de alto nivel se erguirán en un lugar elevado siendo reconocidas por la gente del Paraíso y la gente del Infierno por sus rostros. Dice el Altísimo:
﴿ وَبَيْنَهُمَا حِجَابٌ وَعَلَى الاََعراَفِ رِجَالٌ يَعْرِفُونَ كُلاًَّ بِسِيماهُمْ ﴾
«Y entre ellos habrá una cortina y sobre los murallones habrá hombres que serán reconocidos cada uno por sus rostros».[51]
Estas personalidades de elevado nivel, tal como lo manifiestan las tradiciones, serán los profetas y sus nobles y justos sucesores.
6. Cuando concluya el Cómputo y se esclarezca el destino de las personas en el Día de la Resurrección, Dios, Glorificado Sea, dispondrá un estandarte en manos del Gran Profeta Muhammad (BP) que se denominará “el Estandarte de la Misericordia” y marchará frente a la gente del Paraíso conduciéndolos hacia allí.[52]
7. Numerosas narraciones informan de la existencia de una gran Fuente en el mahshar o sitio de congregación, que es conocida con el nombre de Fuente de Kawzar, en la cual estará presente el Mensajero de Dios (BP) y de cuya agua dará de beber con sus propias manos y las manos de la Gente de su Casa (Ahl-ul Bait, con ellos sea la paz) a los siervos correctos de su comunidad.
Se considera la intercesión con la anuencia de Dios una de las creencias islámicas categóricas y necesarias.
La intercesión abarca a aquellos que no cortaron su vínculo con Dios y con la religión de una forma completa, y se convertirán de entre los siervos correctos al abarcarles la misericordia divina por medio de la intercesión de los intercesores, a pesar de haberse visto envueltos en algunos actos de desobediencia y pecados.
La creencia en la intercesión está tomada del Sagrado Corán y la tradición, y a continuación señalaremos algunos de esos textos:
A. La intercesión en el Sagrado Corán:
Las aleyas coránicas nos hablan del principio de la intercesión en el Día de la Resurrección y dejan en claro la existencia de la misma que tendrá lugar con la anuencia de Dios. Dice:
﴿ وَلاَ يَشْفَعُونَ إِلاَّ لِمَن ارْتَضَى ﴾
«Y no intercederán sino aquellos de quienes Él esté complacido».[53]
¿Quiénes serán los intercesores?
De algunas aleyas se desprende que los ángeles serán de entre los intercesores en el Día de la Resurrección, tal como dice:
«Y cuántos ángeles habrá en los cielos cuya intercesión no beneficiará sino después de que Dios se lo permita a quien desee y de quien esté complacido».[54]
Respecto a la aleya que expresa:
﴿ عَسَى أَن يَبْعَثَكَ رَبُّكَ مَقَاماً مَّحمُوداً ﴾
«Puede que tu Señor te haga llegar a un grado elogiado».[55]
Los exegetas sostienen que el “grado elogiado” es ese mismo grado de intercesión que está comprobado que poseerá el Gran Profeta (BP).
B. La Intercesión en las narraciones:
Además del Sagrado Corán, muchas narraciones transmitidas en los libros de hadices nos hablan de la intercesión. A continuación indicaremos algunas de esas narraciones:
1. Dijo el Profeta:
« إنَّما شَفاعَتي لاََهلِ الكَبائِر مِن أُمَّتِي »
“Por cierto que mi intercesión es solo para la gente que ha cometido grandes pecados de entre mi comunidad”.[56]
Lo aparente es que la razón de particularizar la intercesión a los que cometieron grandes pecados y que les abarcará a ellos en especial, es que Dios prometió en el Sagrado Corán que perdonará los pequeños pecados si se abstienen de los grandes[57] por lo que el resto de los pecados, a excepción de los grandes de entre ellos, serán objeto del perdón durante la vida mundanal, y al haber tenido lugar el perdón, entonces ya no queda lugar para la intercesión.
2. Dijo también:
« أُعْطِيْتُ خَمْساً... وأُعطِيتُ الشَفاعَة، فَادّخَرْتُها لاَُمَّتي فهيَ لِمَن لا يُشْرك بِاللهِ »
“Me fueron concedidas cinco cosas… y me fue concedida la intercesión, la cual reservo para mi comunidad, y será para quien no haya asociado nada a Dios”.[58]
Quien desee familiarizarse más con otros intercesores en el Día de la Resurrección aparte del Profeta (BP), como los Imames Inmaculados (P) y los sabios piadosos, y conocer más acerca de los que serán objeto de la intercesión, puede referirse a los libros de creencia, kalâm o teología islámica y hadices.
Es necesario saber que la creencia en la intercesión, al igual que la creencia en la aceptación del arrepentimiento sincero, no debe provocar que las personas se envalentonen para cometer pecados, sino que ello debe considerarse como una “ventana de esperanza” que devuelve al ser humano a la vía correcta cuando desea el perdón, y para que no se vuelva de entre los desalentados que no piensan en absoluto en volver al camino recto.
A partir de esto, nos queda en claro que el destacado efecto de la intercesión es el perdón de los pecados de algunos desobedientes y pecadores, y no se restringe sólo a elevar el grado de los creyentes, como sostienen algunas escuelas islámicas (más precisamente los mu‘tazilitas).[59]
La procura de intercesión durante la vida mundanal
La creencia en el principio de la intercesión en el Día de la Resurrección (en el marco de la anuencia divina), tal como dijimos, conforma una de las creencias islámicas categóricas que nadie puede objetar.
Solo resta ver si es que está permitido procurar en esta vida mundanal la intercesión de aquellos que ya sabemos que están autorizados para ser intercesores en el Día de la Resurrección, como es el caso del Profeta (BP).
En otras palabras, ¿es permitido que una persona diga: “¡Oh Mensajero de Dios! ¡Oh poseedor de estima ante Dios! ¡Intercede por mí ante Dios!”?
La respuesta es que este tema es algo en lo que los musulmanes estaban de acuerdo hasta el siglo octavo de la hégira, y sólo comenzaron a negarlo, a mediados de dicho siglo, unas cuantas personas que rechazaron la intercesión de aquellos autorizados para ser intercesores, considerándolo ilícito, siendo que la aleyas coránicas, los hadices del Profeta (BP) acreditados, y la trayectoria continua de los musulmanes desde la época de la profecía, dan testimonio de su condición de lícito. Ello porque la intercesión consiste en que los intercesores supliquen por las personas, y es evidente que pedirle a un creyente simple que suplique por uno es una cuestión lícita e indudablemente considerada buena, qué decir entonces respecto de pedirle tal súplica al Profeta (BP).
Ibn ‘Abbâs narró del Mensajero de Dios (BP) el siguiente hadîz del cual comprendemos que la intercesión del creyente consiste en su súplica para otros. Dijo (BP):
“No hay hombre musulmán que muera y le recen a su cuerpo cuarenta hombres que no asocien nada a Dios, sin que Dios acepte la intercesión de éstos a su favor”.[60]
Es evidente y claro que la intercesión de cuarenta creyentes al realizar la oración del fallecido, no es otra cosa que la súplica de éstos por esa persona fallecida.
Si hojeamos las páginas de la historia islámica encontraremos que los Compañeros procuraban la intercesión del Profeta (BP).
He ahí a Tirmidhî, que narra de Anas Ibn Mâlik que dijo:
“Le pedí al Profeta que intercediera por mí en el Día de la Resurrección y dijo: “Lo haré”.
Dije: ¿A dónde te encontraré?
Dijo: “En el Sirât”.[61]
Considerando que la realidad de procurar la intercesión no es más que pedir que el intercesor haga una súplica, nos es posible señalar ejemplos al respecto en el Sagrado Corán:
1. Los hijos de Ia‘qûb (Jacob -P-) requirieron de su padre que pidiese perdón por ellos. Él se los prometió y cumplió su promesa. Dice el Altísimo:
«Dijeron: “¡Oh padre nuestro! Pide perdón por nuestros pecados. Por cierto que estábamos errados” * Dijo: “Pediré perdón a Mi Señor por vosotros”».[62]
2. Dice el Sagrado Corán:
«… Y si cuando fueron injustos consigo mismos hubieran venido a ti y hubieran pedido perdón de Dios, y el Mensajero hubiera pedido perdón por ellos, hubiesen encontrado que Dios es Remisorio, Misericordioso».[63]
3. Dice en relación a los hipócritas:
«Y cuando se les dice: “Venid para que el Mensajero de Dios pida perdón por vosotros”, menean sus cabezas, y les ves apartarse mientras se muestran soberbios».[64]
Si el hecho de negarse a que el Profeta realizara el pedido de perdón (cuya realidad es igual a la de la intercesión) es una señal de hipocresía, entonces realizar tal pedido y practicarlo indudablemente se considera una señal de la fe.
Desde que nuestro propósito aquí es demostrar lo lícito y legítimo de la intercesión, entonces la condición de fallecido del intercesor no afecta a nuestro propósito. Incluso si se aceptara que estas aleyas sólo se refieren a los intercesores que se encuentran con vida y no a los muertos, ello no perjudicaría el propósito, puesto que si pedir la intercesión de los vivos no es considerado shirk o idolatría, naturalmente pedirla de los muertos de la misma manera tampoco será idolatría, ya que la condición de vivo o muerto del intercesor no es un criterio de monoteísmo e idolatría en absoluto. El único asunto que es necesario y requerido para procurar la intercesión de las almas sagradas es su capacidad de escuchar nuestras palabras, y ello conforma un asunto que demostraremos al tratar el tawassul, donde discutimos allí tal tipo de vinculación.[65]
Aquí es necesario que dirijamos nuestra atención a un punto importante, y es que el pedido de intercesión que los creyentes y gente del tawhîd hacen a los profetas y awliâ’ divinos, se diferencia en forma substancial con el pedido de intercesión que los politeístas hacen a su ídolos.
El primer grupo requiere la intercesión de los “awliâ’ de Dios”, y ello se desprende de dos realidades fundamentales:
1. El grado de intercesión es un grado particular de Dios y derecho puramente Suyo, Glorificado Sea, tal como lo expresa la aleya que dice:
﴿ قُل للهِ الشَّفاعَةُ جَمِيعاً ﴾
«Di: De Dios es toda la intercesión».[66]
O sea que el asunto de la intercesión está todo en manos de Dios, y nadie tiene el derecho de interceder sino con Su anuencia, ya que en ese caso su intercesión no será efectiva.
2. Los intercesores mediante los cuales la gente del tawhîd o monoteísmo procura su intercesión, son siervos correctos y sinceros de Dios, Glorificado Sea, cuya súplica a Dios es respondida a causa de su nivel ante Él y la cercanía de su Posición respecto a Él, Glorificado Sea.
Con esas dos condiciones, la gente del tawhîd se diferencia en forma fundamental y básica de los politeístas en la cuestión de la intercesión.
Primero: los idólatras no ven ningún tipo de restricción ni condición para que sea efectiva la intercesión, como si Dios hubiera delegado la cuestión de la intercesión a esos ídolos ciegos y mudos, mientras que la gente del tawhîd considera la intercesión toda como un derecho propio de Dios, siguiendo lo señalado en el Sagrado Corán, y restringen la aceptación y efectividad de la intercesión de los intercesores a la anuencia de Dios y Su complacencia.
Segundo: Los idólatras de la época del Mensaje consideraban a sus ídolos y sus diferentes objetos de adoración como entidades regentes y divinidades, y pensaban neciamente que a esos cuerpos inertes y objetos inanimados les correspondía una parte de la regencia sobre el universo y la divinidad, mientras que la gente del tawhîd no ve a los profetas e imames sino como siervos sinceros de Dios, y en sus oraciones y saludos repiten constantemente su condición de “Su siervo y Enviado” y “siervos sinceros de Dios”.
¡Observa esa tremenda diferencia y el gran contraste existente entre las dos visiones y las dos lógicas!
De acuerdo a esto, argumentar mediante las aleyas que niegan y censuran la procura de intercesión que los idólatras hacen de los ídolos para objetar el principio de procura de intercesión en el Islam, conforma una argumentación errónea y rechazada, y eso resulta por hacer analogía de dos asuntos entre los cuales existen diferencias.
Abrir las puertas del arrepentimiento frente a los desobedientes y pecadores, conforma una de las enseñanzas islámicas, e incluso es uno de los asuntos reconocidos por todas las religiones celestiales.
Cuando la persona pecadora se arrepiente de su accionar vergonzoso con un arrepentimiento genuino, y su entorno espiritual se llena de atención hacia Dios y sometimiento a Él, y desde lo más profundo de su corazón resuelve no volver a cometer lo que hizo, Dios, el Misericordioso, acepta su arrepentimiento, con las condiciones mencionadas en los libros de creencia y exégesis coránica. Dice el Sagrado Corán a este respecto:
﴿ وَتُوبُواْ إِلَى اللهِ جَمِيعاً أيّها الْمُؤْمِنُونَ لَعَلَّكُمْ تُفْلِحُونَ ﴾
«…Y volveos arrepentidos todos a Dios ¡oh creyentes! Tal vez así triunféis».[67]
Aquellos que no conocen los efectos formativos positivos del arrepentimiento insisten en que abrir estas dos puertas -la de la intercesión y la del arrepentimiento- frente a los desobedientes y pecadores, los envalentona –en cierta forma- para cometer actos de desobediencia, mientras que no se dan cuenta éstos que la mayoría de la gente se encuentra contaminada por algunos pecados, y pocos son aquellos que no hayan cometido un pecado a lo largo de su vida.
En base a esto, si la puerta del arrepentimiento no se abriera frente a éstos, aquellos que quisieran cambiar su conducta y concluir su vida en la pureza y la lozanía de sus almas dirían: de cualquier forma vamos a encontrarnos con el castigo por nuestros pecados e ingresaremos al Infierno, así que ¿por qué no seguir haciendo caso a nuestros deseos mundanales y satisfacemos nuestras pasiones en lo que nos resta de vida ya que ese es nuestro destino, el cual no cambiará en absoluto ni se puede escapar de ello?
Es así que, al cerrar la puerta del arrepentimiento, habremos abierto otra frente a la gente, que es la puerta de la desesperanza y el desaliento, y habremos preparado el terreno para la perpetración de más actos de desobediencia y la prolongación de acciones vergonzosas y pecados.
Los efectos positivos del principio del arrepentimiento se tornan más claros cuando sabemos que el Islam restringe la aceptación del arrepentimiento a una serie de condiciones en particular, las cuales han sido mencionadas en detalle por los líderes religiosos, investigadores y sabios del Islam.
El Sagrado Corán nos habla del arrepentimiento con completa claridad cuando dice:
«Dios se ha prescripto a Sí mismo la Misericordia, de modo que quien de entre vosotros haga algo malo con ignorancia y se arrepienta después de ello y se enmiende, ciertamente que Él es Perdonador, Misericordioso».[68]
Luego, en los libros de jurisprudencia, exégesis y doctrina fueron mencionadas las personas cuyo arrepentimiento no será aceptado ante Dios, Glorificado Sea.
El ser humano obtendrá el merecido por sus acciones
El sano intelecto y la transmisión acreditada testimonian que toda persona verá el merecido por sus propias acciones, si fueron buenas verá lo bueno, y si fueron malas verá lo malo.
Dice el Sagrado Corán a este respecto:
﴿ فَمَن يَعْمَلْ مِثْقَال ذَرَّةٍ خيْراً يَرَهُ ﴾
«Quien haga el peso de un átomo de bien lo verá».[69]
También dice:
﴿ وأنَّ سَعْيَهُ سَوفَ يُرى * ثُمَّ يُجزاهُ الجزاءَ الاَوفى ﴾
«En cuanto a su esfuerzo, lo verá * Luego será retribuido con la más completa recompensa».[70]
De las aleyas anteriores se desprende que las acciones execrables del ser humano no anularán las acciones correctas, pero al mismo tiempo debemos saber que aquellos que cometen algunos pecados en particular como la incredulidad o la idolatría, o marchan por el sendero de la apostasía respecto de la religión, serán afligidos por el habt (malogro), esto es, que sus buenas acciones serán malogradas y anuladas, y en el Más allá encontrarán un castigo eterno, tal como lo expresa el Sagrado Corán:
«En cuanto a quien reniegue de entre vosotros de su religión y muera siendo incrédulo, serán malogradas sus (buenas) acciones en la vida mundanal y en el Más Allá, y esos serán los compañeros del Fuego donde morarán eternamente».[71]
Considerando lo que dijimos, cada persona creyente verá la retribución de sus buenas o malas acciones en el Más Allá, a menos que reniegue de la religión o se vuelva incrédulo o idólatra, puesto que ello aniquilará sus buenas acciones tal como es señalado por el Libro Sagrado y las tradiciones.
Por último, es necesario recordar el siguiente punto y es que: Dios, Glorificado y Exaltado Sea, si bien ha prometido a los creyentes la recompensa por sus buenas acciones y en contraposición amenazó respecto a las malas acciones, el wa‘d (o promesa de recompensa) se diferencia del wa‘îd (promesa de castigo) tanto en la lógica como en la práctica, puesto que actuar en base a la promesa de recompensa conforma un principio lógico y no cumplir con ello conforma un acto censurable, al conllevar un menoscabo al derecho de otros, a pesar de ser un derecho que el mismo que hizo la promesa se impuso a sí mismo. Eso es a diferencia de la promesa de castigo o wa‘îd, el cual es un derecho del que prometió, y a él le incumbe tomar su derecho o renunciar al mismo, y es por eso que no hay inconveniente en que algunas buenas acciones cubran la ignominia de las malas acciones, y ello es lo que se da en llamar takfîr (expiación).
El Sagrado Corán ha sido explícito en que algunas acciones buenas son expiatorias de algunas malas acciones. Una de esas acciones es que la persona se abstenga de los grandes pecados (Al-Kabâ’ir).[72]
«Si os abstenéis de los grandes pecados de entre lo que se os ha prohibido, os expiaremos vuestras malas acciones (menores) y os haremos ingresar en un distinguido sitial».[73]
Asimismo sucede con otras acciones como el arrepentimiento[74], la limosna en secreto[75] y otros asuntos que tienen efectos similares.
La eternidad en el Fuego es particular de los incrédulos
Permanecer por la eternidad en el castigo del Infierno es particular de los incrédulos (kuffâr). En cuanto a los creyentes desobedientes cuyos espíritus fueron iluminados por la luz del tawhîd, no tendrán cerrada la vía del perdón y la salida del Fuego. Dice el Altísimo:
«Por cierto que Dios no perdona que se le asocie algo, y perdona lo que esté por debajo de ello a quien quiere. En cuanto a quien asocie algo a Dios, en verdad que habrá perpetrado un gran pecado».[76]
La aleya mencionada, que informa claramente sobre la posibilidad del perdón de todos los pecados (a excepción del shirk o idolatría), sin lugar a dudas se refiere a aquellos que murieron sin haberse arrepentido, puesto que si la persona se arrepiente de todos los pecados y actos de desobediencia (incluso la idolatría) es objeto del perdón y la indulgencia.
Desde que esta aleya ha hecho diferencia entre el idólatra y el que no lo es, debemos decir que: la misma se refiere a la posibilidad de que ocurra el perdón sin que haya tenido lugar el arrepentimiento durante la vida mundanal.
Es evidente que tal persona, si es que fue idólatra no será perdonada por Dios, pero si no lo fue, es posible que tenga la esperanza del perdón de Dios y anhele Su Indulgencia, pero por supuesto, no de una forma categórica y segura, sino que el perdón y la indulgencia se dirigirán hacia quien recaiga sobre él la Voluntad Divina.
Esto es así desde que se ha restringido con la expresión «a quien quiere», lo cual hace que los desobedientes y pecadores se mantengan en un estado entre el temor y la esperanza, y ello les incentiva a evitar el riesgo mediante el arrepentimiento antes de morir.
Es por eso que la promesa mencionada impulsa a la persona a la vía recta de la formación, alejándole del estado de desesperanza y envalentonamiento a cometer pecados.
El Paraíso y el Infierno ya están creados
Nosotros creemos que el Paraíso y el Infierno ya están creados ahora mismo.
Dijo el Sheij Al-Mufîd: El Paraíso y el Fuego en este mismo momento están creados, y ello es lo que nos ha llegado en las narraciones, y existe consenso al respecto entre la gente de la religión y los expertos en la tradición.[77]
Las aleyas coránicas testimonian la existencia actual del Paraíso y del Fuego al decir:
﴿ وَلَقدْ رَءَاهُ نَزْلَةً أُخْرى * عِندَ سِدْرَةِ المنُتَهى * عِندَها جَنَّةُ المأْوى ﴾
«Y en verdad que lo ha visto en otra ocasión * en el loto de la linde * donde se encuentra el Paraíso de la morada».[78]
En otra parte manifiesta que el Paraíso se encuentra preparado para los creyentes y el Fuego para los incrédulos. Dice:
«Que ha sido dispuesto para los timoratos».[79]
Y dice respecto al Fuego:
﴿ وَاتَّقُوا النَّارَ الَّتي أُعِدَّتْ لِلْكافِرِينَ ﴾
«Y temed al Fuego que ha sido dispuesto para los incrédulos».[80]
A pesar de ello, no conocemos el lugar del Paraíso y del Fuego en forma precisa y certera, si bien se desprende de algunas aleyas que el Paraíso se encuentra en la parte más elevada, como dice el Altísimo:
﴿ وَفي السَّماءِ رِزْقُكُم وَمَا تُوعَدُونَ ﴾
«Y en el cielo tenéis tanto vuestro sustento como aquello que se os promete».[81]
[1] Al-Mu’minûn; 23: 115.
[2] Sâd; 38: 28.
[3] Iûnus; 10: 4.
[4] Al-Mu’minûn; 23: 14-16.
[5] Hûd; 11: 4.
[6] Al-Isrâ’; 17: 51.
[7] Al-Isrâ’; 17: 51.
[9] Iâ Sîn; 36: 81.
[10] Qâf; 50: 4.
[11] As-Saÿdah; 32: 10.
[12] Iâ Sîn; 36: 79.
[13] At-Tawbah; 9: 72.
[14] Mariam; 19: 39.
[15] Al-Mu’minûn; 23: 99-100.
[16] Al-Mu’minûn; 23: 100.
[17] Gâfir; 40: 46.
[18] Al-Baqarah; 2: 154.
[19] Âal ‘Imrân; 3: 170.
[20] I‘tiqâdât; del Sheij As-Sadûq, cap.17, p.37.
[21] Tas·hîh Al-I‘tiqâd, del Sheij Al-Mufîd, pp.45-46.
[22] Kashf Al-Murâd, tercer maqsad, cuestión 14.
[23] Ver el libro As-Sunnah, de Ahmad Ibn Hanbal; Al-Ibânah, de Abul Hasan Al-Ash‘arî, y Sharh Al-Usûl Al-Jamsah, del Qadî ‘Abdul Ÿabbâr el mu‘tazilita.
[24] Kashf Al-Murâd, del ‘Al·lâmah Al-Hil·lî, segundo maqsad, cuarta sección, cuestión nº 8; Al-Asfâr, de Mul·lâ Sadrâ Shirâzî, t.9, p.10.
[25] Al-Mâ’idah; 5: 60. Ver también Al-A‘râf; 7: 166.
[26] Al-Baqarah; 2: 66.
[27] Sharh Al-Maqâsid, de At-Taftazânî, t.3, p.337.
[28] Al-Mîzân, de At-Tabâtabâî, t.1, p.209.
[29] Faÿr Al-Islâm, de Ahmad Amîn Al-Misrî, p.377.
[30] Ver: Âal ‘Imrân; 3: 49, y Al-Baqarah; 2: 259.
[31] Referirse luego al centésimo vigésimo noveno artículo.
[32] Ver: Muhammad; 47: 18.
[33] Ver: Al-Kahf; 18: 98-99.
[34] Ver: Ad-Dujân; 44: 10-16.
[35] Ver: Az-Zujruf; 43: 57-61.
[36] Ver: An-Naml; 27: 82.
[37] Ver: At-Takwîr (81), Al-Infitâr (82), Al-Inshiqâq (84) y Al-Qâri‘ah (101).
[38] Ibrâhîm; 14: 48.
[39] Az-Zumar; 39: 68.
[40] Al-Qamar; 54: 7.
[41] Ver: Al-Isrâ’; 17: 13-14.
[42] Ver: Âal ‘Imrân; 3: 98.
[43] Ver: An-Nahl; 16: 89.
[44] Ver: An-Nisâ’; 4: 41.
[45] Ver: Al-Baqarah; 2: 143.
[46] Ver: Qâf; 50: 18.
[47] Ver: Az-Zalzalah; 99: 4-5.
[48] Ver: An-Nûr; 24: 24 y Fussilat; 41: 20-21.
[49] Ver: At-Tawbah; 9: 34-35.
[50] Al-Anbiîâ’; 21: 47.
[51] Al-A‘râf; 7: 46.
[52] Bihâr Al-Anwâr, t.8, cap.18, hadices 1 a 12; Musnad Ahmad, t.1, pp.281 y 295 y t.3, p.144.
[53] Al-Anbiîâ’; 21: 28.
[54] An-Naÿm; 53: 26.
[55] Al-Isrâ’; 17: 79.
[56] Man lâ Iahduruh Al-Faqîh, del Sheij As-Sadûq, t. 3, p.376.
[57] Ver: An-Nisâ’; 4: 31.
[58] Al-Jisâl, del Sheij As-Sadûq, Cap. “Al-Jamsah”; Sahîh Al-Bujârî, t.1, p.42; Musnad Ahmad, t.1, p.301.
[59] Awâ’il Al-Maqalât, del Sheij Al-Mufîd, p.54.
[60] Sahîh Muslim, t.3, p.54, cap. “Aquel a quien le rezan cuarenta son dispuestos intercesores a su favor”. Hadîz Nº 1577 (numeración al-‘alamîiah).
[61] Sahîh At-Tirmidhî, t.4, p.42, cap. “Lo que se transmitió respecto al Sirât”. Hadîz Nº 2357 (numeración al-‘alamîiah).
[62] Iûsuf; 12: 97-98.
[63] An-Nisâ’; 4: 64.
[64] Al-Munâfiqûn; 63: 5.
[65] Ver los artículos 126 y 127.
[66] Az-Zumar; 39: 44.
[67] An-Nûr; 24: 31.
[68] Al-An‘âm; 6: 54.
[69] Az-Zalzalah; 99: 7.
[70] An-Naÿm; 53: 40-41.
[71] Al-Baqarah; 2: 217.
[72] Kashf Al-Murâd, p.413, maqsad 6, cuestión 7.
[73] An-Nisâ’; 4: 31.
[74] Ver: At-Tahrîm; 66: 8.
[75] Ver: Al-Baqarah; 2: 271.
[76] An-Nisâ’; 4: 48.
[77] Awâ’il Al-Maqalât, p.141.
[78] An-Naÿm; 53: 13-15.
[79] Âal ‘Imrân; 3: 133.
[80] Âal ‘Imrân; 3: 131.
[81] Adh-Dhâriîât; 51: 22.