La ética islámica
El hombre posee un alma y un cuerpo, cada uno de los cuales está sujeto a sus propios placeres y enfermedades. Lo que daña al cuerpo es la enfermedad, y lo que le provoca placer consiste en aquello que le da bienestar, salud y todo aquello que está en armonía con su naturaleza. La disciplina que trata de la salud y las enfermedades del cuerpo es la medicina.
Las enfermedades del alma las constituyen los malos hábitos y el sometimiento a las pasiones que degradan al hombre por debajo del nivel de las bestias. Los placeres del alma son las virtudes éticas y morales, que elevan al hombre y lo acercan a la perfección y la sabiduría, llevándolo a la cercanía de Allah.
La disciplina que trata de estos asuntos es la ciencia de la ética (‘ilm al-ajláq).
Antes que comencemos la discusión de los tópicos principales de nuestra materia, debemos probar que el alma del hombre es incorpórea, que posee una existencia independiente del cuerpo y que es inmaterial. Para probar esto se han esgrimido numerosos argumentos, entre los cuales podemos citar los siguientes:
1. – Una de las características de los cuerpos es que, toda vez que se les impone nuevas formas y modelos, renuncian y abandonan sus formas y modelos previos. En el alma humana sin embargo, nuevas formas (ideas), sean éstas de naturaleza sensible o intelectual, ingresan continuamente sin borrar las formas previamente existentes. De hecho, cuando mayor es el número de impresiones y formas intelectuales que ingresan al alma, más fuerte se vuelve ésta.
2. – Cuando los tres elementos de color, olor y gusto surgen en un objeto él se ha transformado. El alma humana sin embargo percibe todas estas condiciones sin ser materialmente afectada por ellas.
3. – Los placeres que el hombre experimenta en la cognición intelectual, sólo pueden pertenecer al alma, pues el cuerpo del hombre no juega ningún papel en ello.
4. – Las formas y conceptos abstractos que son percibidos por la mente son indudablemente inmateriales e indivisibles. Consecuentemente, su vehículo (el alma), debe también ser indivisible y por consiguiente inmaterial.
5. – Las facultades físicas del hombre se nutren a través de los sentidos, mientras que el alma humana percibe ciertas cosas sin el auxilio de los sentidos. Entre las cosas que el alma humana concibe sin atenerse a los sentidos están la ley de contradicción, la idea de que el todo es siempre mayor que una de sus partes, y otros principios universales similares. La negación por parte del alma de los errores que surgen de los sentidos, tales como ilusiones ópticas, se realiza con la ayuda de estos conceptos abstractos, aún cuando el material tosco requerido para estas correcciones sea provisto por los sentidos.
Saber más:
Libro: "La Recopilación de las Virtudes, (Un tratado de ética islámica)"
Videos: "Lecciones sobre los pecados capitales en el I s l a m "